México entre la recesión y la violencia: una doble amenaza
Un contexto económico turbulento
México enfrenta una tormenta perfecta de factores que amenazan su estabilidad económica y su posición en el comercio global. A la inminente recesión técnica y la caída de inversión extranjera se suma un problema estructural ignorado por décadas: el avance del crimen organizado y su impacto directo en la economía y el comercio exterior.
Las proyecciones de crecimiento han sido drásticamente revisadas. El Banco de México anticipa un crecimiento de solo 0.6% para 2025, mientras que la OCDE estima una contracción del 1.3%. Esto refleja un estancamiento prolongado acompañado de un clima de incertidumbre que genera desconfianza tanto en inversionistas nacionales como internacionales
El crimen organizado como actor económico
El reciente hallazgo de un campo de exterminio y entrenamiento en Teuchitlán, Jalisco, pone en evidencia la profunda crisis de seguridad y ausencia del estado de derecho. Lejos de ser un hecho aislado, esta realidad tiene efectos directos sobre:
La inversión extranjera: Las empresas evalúan la seguridad antes de establecer operaciones. La violencia y la impunidad disuaden la inversión.
Las exportaciones: Robos, extorsiones y control de rutas logísticas encarecen costos y afectan la competitividad.
El capital humano: La violencia expulsa talento hacia otros países, debilitando sectores clave.
La calificación crediticia: La percepción de riesgo aumenta, disminuyendo el atractivo para créditos e inversiones.
Inseguridad y economía: ¿dos caras de la misma moneda?
Durante años, el debate sobre seguridad y economía ha sido tratado por separado. Sin embargo, están profundamente entrelazados. Un país inseguro no puede sostener el crecimiento económico, y una economía en crisis alimenta las condiciones que permiten el avance del crimen.
Ejemplos regionales lo confirman. Mientras Venezuela es un caso extremo de colapso económico y social, El Salvador ha logrado reducir drásticamente su violencia con políticas duras, logrando además un crecimiento sostenido.
Riesgos adicionales: aranceles y proteccionismo
A estos desafíos se suma la amenaza de nuevos aranceles desde EE.UU. El vencimiento del plazo anunciado por Donald Trump para imponer tarifas del 25% a productos mexicanos podría golpear sectores clave como el automotriz, manufacturero y el acero.
Esta presión externa se agrava cuando internamente el país no logra generar un entorno de confianza y seguridad. La política proteccionista puede causar tanto daño como el crimen organizado si no se toman medidas oportunas.
¿Cuál es el camino a seguir?
México necesita con urgencia un modelo de desarrollo integral que no vea la economía y la seguridad como problemas aislados, sino como desafíos que deben enfrentarse de manera simultánea. Esto implica:
Reformas económicas que incentiven la inversión y fortalezcan la seguridad y la transparencia institucional.
Políticas comerciales que diversifiquen mercados y frenen la corrupción empresarial.
Medidas concretas para garantizar el estado de derecho y recuperar territorios dominados por el crimen.
Llamado a la acción
El futuro de México está en juego. Más allá de discursos patrióticos, lo que se requiere es acción decidida. Si no enfrentamos los problemas estructurales de raíz, corremos el riesgo de convertirnos en una nación paralizada por el miedo y la falta de crecimiento.
Como sociedad, debemos exigir soluciones. Como empresarios, debemos participar. Como ciudadanos, debemos involucrarnos.
¿Tú qué opinas?
El debate está abierto. Comparte este editorial y únete a la conversación. El futuro económico y de seguridad de México es una causa que nos compete a todos.
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